sábado, 20 de agosto de 2011
domingo, 14 de agosto de 2011
Desescolarizar para aprender
Estos últimos meses a lo largo de todo Chile ha quedado de manifiesto un generalizado descontento por parte de todos los actores sociales (docentes, administrativos, estudiantes secundarios y universitarios, además de padres y apoderados), quienes han salido innumerables veces a protestar y manifestarse exigiendo una educación de calidad, laica y gratuita.
Pero seamos realistas ¿Para qué queremos una educación de calidad?, ¿Para ser domesticados con mayor calidad? Querámoslo o no, la educación siempre ha sido un arma de domesticación del estado, es decir, siempre ha sido un medio por el cual una sociedad legitima y reproduce el modelo social imperante. Todas las estructuras y sistemas sociales necesitan ser reproducidos, para mantener los beneficios a favor de una clase o de una elite. Así, la educación impartida por el estado no tiene intensión en que las personas critiquen a este, sino que lo acepten, respetan y defiendan. La educación bajo un gobierno democrático reproduce sus valores, del mismo modo que bajo una dictadura transmite su ideología.
Si lo pensamos objetiva y críticamente llegaremos pronto a la conclusión que la escuela tiene demasiado parecido a una cárcel y que una sala de clases, más que un espacio de aprendizaje, es un lugar en el que absorbemos pasivamente las ideas que una persona nos entrega como una verdad inapelable, en donde se promueve un adoctrinamiento para el trabajo y la disciplina. Está claro que el sistema que impera en la actualidad está directamente ligado a las lógicas del mercado, por ende, su desarrollo se centra en la concentración y acumulación de riquezas que van a parar a manos de unos pocos privilegiados y propietarios, olvidando el sentido social y el progreso en comunidad. Así mismo, el sistema educacional disfraza estas carencias entregando falsas herramientas que a largo plazo solo forman mano de obra barata, dejando un inmenso abismo entre la clase dominada y los dominantes.
Es así como surge la real necesidad de crear y construir nuestro propio espacio y nuestra propia enseñanza, desligándonos de toda institucionalidad y siendo un ente autónomo, el cual lleva por nombre “Escuelitas Libres”. Las escuelitas libres han existido y existirán en muchas partes del mundo, a lo largo de nuestro país existen muchos proyectos populares que siguen ese lineamiento. En ellas se quiere cambiar las lógicas de la educación, en donde sea esta una de las herramientas fundamentales que priorice por la formación integral, considerando las diferencias de cada niño(a) y también aspirando a la igualdad de oportunidades que permita el desarrollo de todas sus capacidades, en donde se deje de mirar la educación como un mecanismo de control y se mire como una forma de humanizar, construir hombres y mujeres nuevos.

Es así como nos vemos en la obligación de hacer un llamado y replicar este nuevo tipo de educación en todos los rincones que sea posible, ya que, consideramos que la organización desde las bases del pueblo es la única herramienta factible para lograr un cambio real en la sociedad. Es por esto que consideramos a las escuelitas libres como luchadores sociales activos que buscan como objetivo primordial la transformación radical y real de la sociedad, no por medio de simples “reformas” que al final hacen que cambie lo superficial pero lo verdaderamente importante sigue igual, sino con la verdadera acción diaria de que nosotros mismos lo podemos lograr.
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